Thursday, April 8, 2010
Una fe solidaria en Virginia (El Tiempo Latino 2 de abril de 2010)
A LAS 9 AM. Ubaldo Cisneros revisa los alimentos.
A LAS 10 AM. Voluntarias llenan bolsas con frijoles frescos.
A LAS 11 AM. Voluntarios organizan los productos en cajas.
A LA 1 PM. Karla Méndez recibe su caja en la iglesia.
En la Iglesia San Antonio de Padua, en Falls Church, voluntarios reparten alimentos a muchos hispanos necesitados
Por Ana Cubías
El Tiempo Latino
La tarea empieza muy temprano con una oración, y termina muy tarde. Pero la disposición de servir de la red de voluntarios de la iglesia San Antonio de Padua, en Falls Church, siempre está allí para los que la necesitan. Su misión: conseguir comida, llenar cajas y repartirlas entre las personas que llegan puntuales todos los días a la 1 pm al dispensario de la iglesia.
“Todo lo hacemos fundados en el evangelio y la alegría más grande para mí es ver el rostro de un niño cuando recibe galletas”, dijo a El Tiempo Latino Ubaldo Cisneros, administrador del banco de alimentos de la iglesia.
Cisneros, de 61 años y originario de Michoacán, México, tiene 16 sirviendo en la parroquia y hace tres comenzó a repartir comida para los más necesitados, la mayoría hispanos desempleados. Hoy, cuenta con una red de cerca de 100 voluntarios, desde los que recogen donativos en restaurantes hasta los que ayudan a organizar las cajas.
Además, reciben donaciones de restaurantes y empresas como Cheesecake Factory, Panera Bread, Edén Market y Río Grande. También compran alimentos con el dinero que recolectan en la iglesia.
Según Cisneros, se entregan un promedio de 150 canastas diarias que contienen: frijoles, arroz, pollo, verduras frescas y enlatadas, frutas, galletas y pan. “A veces me siento cansado, pero cuando veo a toda esta gente que esa noche tendrá que comer siento que estoy recibiendo más de lo que di”, expresó con una sonrisa mientras organizaba víveres en una caja.
La salvadoreña Sara Estrada, de 61 años, es el brazo derecho de Cisneros, organizando la entrega de cajas. Según Estrada, quien asiste a la iglesia desde 1969 y desde hace tres es voluntaria, cuando empezó tenían un promedio de 30 personas al día. Hoy, sólo en la semana del 22 de marzo entregaron 579 cajas. “Aquí estamos haciendo una obra de Dios”, señaló Estrada, mientras ponía frijoles en una bolsa.
Cisneros está satisfecho con su trabajo, pero dice que aún tiene tres deseos por cumplir: tener un refrigerador, un congelador y un lugar más grande para almacenar los alimentos.
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